miércoles, 15 de agosto de 2007

Jugando a los aviones en Harrods

Había que visitar Harrods. La verdad es que impactó bastante, todo gente trillonaria comprando cosas para trillonarios. Todas las salas de Harrods parecían salas de museos, sólo la decoración de las salas era ya impresionante. Incluso la charcutería.
Entramos y empezamos a pasear. El objetivo era dejar un regalo en los baños de lujo de Harrods, que nos habían dicho que era de 'visita obligada'. La verdad es que lo que nos encontramos no fue para tanto. Encima, el que estaba limpiando el baño nos hechó a lo inglés cuando estabamos esperando a que uno dejase el regalo:

"Ehrr, ¿podéis salir porfavor? Quiero terminar mi trabajo"
"Estamos esperando al de dentro"
"Podéis esperar fuera. No os importa esperar fuera. ¿Ok?."

Si hubieramos ido vestidos con traje y corbata, o incluso con un turbante (había muchísimos musulmanes adinerados en Harrods), se lo hubiera pensado antes de hecharnos de esa forma. ¡Menos mal que le dejamos 3 váteres bien preparados para que siguiera con su trabajo!

Una sala con "complementos"

La charcutería de Harrods

No nos dejaron hacer fotos a la sala de joyería de lujo (había sala de joyería a secas, y luego la de lujo). Aquello parecía un museo. No encontramos nada por debajo de las 400 libras. Vimos relojes de 65000 libras, anillos de 120000 libras, móviles de 34000 libras...
Mientras paseábamos entramos en una sala en la que vendían mesas de piedra en un lado y muebles a la antigua en el otro. En una mesa encontramos unos aviones de vete tu a saber que material...

A la salida, todo eran cochazos. Unos coches impresionantes. Allí lo que estaba por debajo de Mercedes o BMW no podía entrar. Vimos en total 6 Ferraris, uno de ellos aparcado alegremente al lado de Harrods.

Desde delante...

Y desde un lado

Los coches "normales" que se pueden ver por los alrededores, en el video.



Londres, parte 2

El segundo día nos dedicamos a visitar lo más mítico de Londres: el Big Ben y las Houses of Parliament, el Buckingham Palace, la Westminster Abbey, Trafalgar Square y Picadilly Circus.
Primero desayunamos el "Continental Breakfast" del albergue (leche, tostadas, zumo...), no estaba del todo mal. Nos cogimos el metro hasta Waterloo Station para pasar por London Eye y tener una vista del Big Ben desde el otro lado del río.

El London Eye tardaba la de dios en dar una vuelta completa. Tenías que mirarlo fijamente durante un rato para darte cuenta de que se movía. No nos montamos porque costaba un pastón (17 libras, unos 22 euros), y tampoco nos entusiasmaba. Seguimos andando hacia el puente para pasar al otro lado del Támesis, pero nos cruzamos con una exposición de Star Wars. A Liher le entró la venada friki y tubo que entrar, aunque costara 19 libras.


Mientras tanto nos dimos una vuelta por la zona del Big Ben. Descubrimos que había visitas guiadas en castellano y otros idiomas, y además no por demasiado dinero: 8 libras por ser estudiante. Por cierto, siempre que veáis que el precio es menor por ser estudiante, decid que lo sois. Os pedirán carnet, pero con enseñar la tarjeta de la caja es suficiente! (comprobado). Justo daba la casualidad que este día era el último que el Big Ben iba a sonar; dejaría de dar campanadas durante 2 meses por trabajos de restauración, o algo así entendimos. La seguridad era increíble; las simples vallas se quedaban cortas, lo que se lleva en Londres son barricadas y bloques de hormigón. Había una hilera de bloques de hormigón en la carretera para alejar a los coches de una zona del edificio del parlamento que quedaba demasiado cerca de ésta (supongo que para evitar que un posible coche bomba dañe el edificio o algo por el estilo).

martes, 14 de agosto de 2007

Londres, parte 1

Esto de viajar va a gustarme. Sobre todo si todos los viajes salen como éste.
Fuimos 3 personas, alojándonos en la casa-albergue más barata que encontramos, sin que estuviera demasiado lejos del centro. Pagamos 13 libras la noche. En la foto, nuestra habitación. En las camas de la derecha dormía una pareja de italianos (no muy sociables).

Para mí meterme en Londres fue como meterme en un mundo aparte. Llegamos a Bishopsgate street, el autobús nos dejó al lado de Liverpool Station, en esta misma calle. ¡Aquello parecía la guerra! nada más bajarnos nos arrollaron riadas de personas trajeadas saliendo del trabajo. Sólo se veía gente y más gente. Al asomarnos a Liverpool Station vimos que más que una estación, aquello parecía una ratonera.

Dimos una vuelta por la zona. Todo el mundo iba con su traje y americana, corbata y una cerveza. Las 5 es la hora del te, pero las 6 es la hora de la cerveza en Londres. Nos acercamos a los rascacielos más altos de Londres (nos faltó la Canada Tower, pero estaba algo lejos de la zona). La Swiss Re Tower (el pepino) era sin duda la que más destacaba. Intentamos subir dos veces al mirador, pero los porteros nos mandaban pa casa.


Nos pusimos a cenar en un "Subway", un tipo de Pans & Company o algo por el estilo, en el que nos prepararon 3 bocatas en 3 minutos. Una verdadera mierda, pero bueno, es Londres. Se nos quedó el sabor a comida rápida hasta llegar a Torquay House, la casa-albergue. Nos metimos en Liverpool Station para intentar llegar a Royal Oak, estación que quedaba bastante cerca del albergue. Nos montamos un pollo bastante gordo, un cristo de líneas impresionante. Nos encontramos con unos españoles que también acababan de llegar, y nos preguntaron haber si estaban cogiendo la línea buena...no preguntaron a las personas adecuadas.